La pérdida de un ser querido conlleva un dolor insondable que no puede ser abordado en su totalidad por el intelecto y la razón. Que no pueda ser reducido, sin embargo, no significa que no podamos apoyarnos en estas facultades para entender lo que sentimos y construir formas de reconciliación.
Con base en esa afirmación es que la psicología ha teorizado extensamente sobre el duelo, elaborando «etapas» o «fases» que no siempre (casi nunca) siguen un orden, pero que definitivamente todos atravesamos cuando un ser querido parte de este mundo.
En ese sentido, se han definido 5 etapas del duelo:
- Negación: Es una etapa en la que aparentemente no hay aflicción por la pérdida, pero no es más que una etapa de postergación que eventualmente terminará y la persona tendrá que enfrentarse con la cruda realidad.
- Ira: Si hay algo seguro aparte de la muerte es que no podemos revertirla. Eso produce un sentimiento de impotencia que se canaliza en la búsqueda de culpables y se generan conflictos con personas cercanas.
- Negociación: El pensamiento hipotético y retrospectivo se impone, especulando sobre escenarios y condicionales en los que el ser querido no hubiera fallecido.
- Depresión: No se trata de la depresión clínica propiamente, sino de la falta de energía, apatía y melancolía en el día a día, no pudiendo realizar las labores cotidianas o continuar en la rutina.
- Aceptación: Se recobra la motivación y la persona puede seguir adelante, no eliminando el dolor, sino aceptándolo y conviviendo con él.
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